Historia

Santa Fe sobre el Quiloazas fue parada obligada y posta en los caminos terrestres y fluviales que comunicaban el Paraguay y el Río de la Plata con Tucumán y Cuyo, Chile y al más distante Alto Perú.
El fundador abandonó la ciudad al poco tiempo, lo que desató el descontento de la población y generó el levantamiento de los mancebos conocido como la Revolución de los Siete Jefes.
En la década de 1620 la ciudad contaba con no más de 150 vecinos, y una población total de unos 1.000 habitantes.
La ciudad fue trasladada unos 80 km a su actual ubicación entre 1651 y 1660. Los motivos tenían que ver con el aislamiento que sufría la zona producto de las crecientes y constante erosión de sus barrancas. También el avance de nuevos grupos indígenas asolaban la región (calchaquíes). El tiempo, el río y la tierra terminaron sepultando a Santa Fe la Vieja (así llamada históricamente).
Desde entonces, la nueva ciudad se llamó Santa Fe de la Vera Cruz, toda una réplica de la fundada por Juan de Garay con rasgos idénticos al original. Ningún vecino perdió sus derechos y sus terrenos.
En el siglo XX, después de 300 años, Agustín Zapata Gollán encontró el lugar exacto de la ciudad original (cuyo registro el Cabildo local no había mantenido oportunamente), y se fundó allí un Museo Arqueológico conmemorativo.
En la ciudad de Santa Fe tuvo lugar la primera yerra (imposición de marca al ganado) de que exista registro en toda América. Sor Josefa Díaz y Clucellas, quien desarrolló su obra en la ciudad, es considerada la primera pintora con firma del continente.
Entre las figuras políticas se recuerda a su caudillo, Brigadier Gral. Don Estanislao López, jefe de Blandengues durante la colonia, quien tuvo una fuerte participación en la época de Rosas, conocido como el "Patriarca de la Federación".
Santa Fe es la cuna de la Constitución de la Nación Argentina de 1853 y sede de la Convención reformadora de 1994.
Fragmento del Acta de la fundación de Santa Fe
"fundo y asiento y nombro esta ciudad de Santa Fe, en esta provincia de Calchaquíes y mocoretáes, por parecerme que en ella hay las partes y cosas que conviene para la perpetuación de la dicha ciudad de agua y leñas y pastos, pesquerías y casas y tierras y estancias para los vecinos y moradores de ella y repartirles, como su Majestad lo manda y asiéntola y puéblola con aditamento que a todas las veces que pareciere o se hallare otro asiento más conveniente y provechoso para la perpetuidad, lo pueda hacer de acuerdo y parecer del Cabildo y Justicia que en esta ciudad hubiere, como pareciere que al servicio de Dios y de su Majestad convenga; y porque su Majestad manda a los Gobernadores y Capitanes que así poblaren y fundaren nuevos pueblos y ciudades, les da poder y comisión para que puedan nombrar en su real nombre, Alcaldes y Regidores y para que tengan en justicia y buen gobierno y policía las tales ciudades o pueblos, así yo, en nombre de su Majestad y de dicho Señor Gobernador, nombro y señalo por alcalde a Juan Espinosa y a Ortuño de Arbildo y por Regidores a Benito de Morales Hernando de Salas y a Mateo Gil y a Domingo Ramirez y a Lázaro Beñalvo y a Juan Santa Cruz y así, en nombre de su Majestad v de dicho Señor Gobernador, les doy poder y facultad para que usen y ejerzan los dichos oficios de Alcalde v Regidores en aquellas casas y cosas convenientes a ellos tocantes (…)"
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